«El curioso aprendiz llegó a la cancha. Miró como todos esos jóvenes eran guiados por un hombre mayor de bigotes y de vientre abultado. Era el entrenador que les gritaba exigiéndoles que den una vuelta más a la cancha, a pesar de que algunos estaban ya muy cansados.
El joven sintió que algo se revelaba en él. Mucho más cuando la pelota cayó al suelo y el entrenador los hizo hacer flexiones de brazos. Todos se tiraron al suelo y comenzaron a contar. En la mente del joven se dispararó una idea: «Esto es burdo y opresivo». No lo soportó y se resistió a participar de su primer entrenamiento.
Cuando salía con sus botines limpios por la puerta del club, encontró a un anciano que tenía puesta una vieja camiseta. El joven se detuvo ante su impactante mirada y pasó caminando lentamente a su lado y casi en un susurro escuchó: «No es físico…es espiritual….»
El aprendiz sintió que algo recorría todo su cuerpo y se volvió al anciano: ¿Cómo dice? – le preguntó-
«Digo que es espiritual. Tú sólo ves jóvenes realizando una práctica repetida y constante de ejercicios corporales y un gritón que los aprieta. Pero eso es sólo una apariencia. Ellos están modificando su ser, su interior, su visión del mundo. ¿No lo ves?»
«Me parece ridículo» -expresó con seguridad el joven-.
«Y lo es si sólo miras lo que ves. El rubgy es una actitud ante el mundo y una de las tantas vías para trascender…» -respondió en anciano-
El joven lanzó una fuerte y nerviosa carcajada…
El anciano continuó…
¿Crees que no necesita ayuda tu disciplina y tu auto-control?
¿Crees que sabes resistir al dolor?
¿Sabes lo que es la continencia?
¿Sabes lo que significa estar incómodo?
¿Sabes escapar sólo de la pusilanimidad?
Cuéntame…
¿Qué sabes de lealtad, de valor, de resolución y de fraternidad?
¿Sabes romper reglas, ser rebelde, creativo y obediente y dócil al mismo tiempo?
¿Sabes renunciar a tí mismo?
¿Conoces la generosidad con los vencidos?
¿Eres paciente con la fortuna adversa?
¿Has experimentado valentía y generosidad al mismo tiempo?
¿Alguna vez has corrido, te has embarrado y te has tirado al piso sin necesidad?
¿Sabes lo que es ser autónomo y libre en grupo?
¿Has estado alguna vez en un lugar en donde ninguno de tus subterfugios funcionan?
El entrenador no les está gritando para crearles necesidades. Lo hace para que descubran sus posibilidades. Quiere que descubran sus fronteras y las atraviesen, les muestra lo posible…
¿No lo ves?
¿Has intentado desplazar tus fronteras?
¿Has valorado tu fuerza corporal como un acto espiritual?
El joven se quedó pensativo y preguntó desafiante: ¿Qué tiene que ver todo eso con lo espiritual?
El anciano respondió: «Amar a Dios significa morir al propio yo. Cuando el yo muere y donde no está el yo, está el Amor, está Dios. Pero para eso necesitas mucho entrenamiento. Aún así debo confesarte algo: No muchos de los que han pasado por aquí lo han logrado…
«¿Rezas?» – preguntó el viejo jugador-
«Mucho» -contestó el joven rápidamente-
«¿Has visto una oración alguna vez?» -preguntó el anciano-
«¿Ver una oración?» -preguntó desconfiado el aprendiz con su mirada en el suelo-
Hubo un silencio…
Cuando el joven volvió su mirada al Sabio, pudo ver que le estaba señalando la cancha, el entrenamiento, los jóvenes y al barrigudo entrenador que con un fuerte grito anunciaba el próximo ejercicio…
¿No lo ves?
Fuente: www.albornozkokot.com
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