Conociendo a Erwin Rasmussen: un señor del rugby chileno



El 27 de diciembre de 1942 fue un día especial para la ovalada nacional. Ese día nació un niño, que con el paso de los años se convertiría en uno de los grandes exponentes de este deporte por algo, probablemente más notorio que la habilidad: convertirse en un libro abierto de la historia del rugby chileno.

No había tenido la suerte de conocer a don Erwin durante mis primeros años reporteando rugby. Sin embargo, involucrándose en este medio, tarde o temprano te toca tener una inolvidable conversación con él, aunque en este caso tuviera que ser a través de una pantalla por la crisis del coronavirus que afecta a todos en este momento. Pese a ello, por chat mostró la misma gentileza que, es sabido en el medio, lo caracteriza en persona.

Todo veterano fue un novato

Al principio, don Erwin comienza a hablar de sus inicios en el rugby, cuando jugaba pichangas con un grupo de amigos en las calles, con los que solía jugar fútbol, pero también “un rugby incipiente, en plena calle. Era algo más parecido al touch. En esos años el tráfico era bajo, por lo que no debíamos preocuparnos mucho de los autos. Las líneas de asfalto de la calle marcaban la línea de try”. Relata Rasmussen.

Según cuenta, el grupo comenzó a practicar este juego porque algunos de sus amigos estudiaban en el Mackay, donde conocieron la ovalada.

Sin embargo, en el año 1953, don Erwin comenzaría a tener sus acercamientos más formales con el deporte de caballeros, cuando entró a estudiar al Mackay.

Yo comencé a jugar rugby por un dedo. Así no más fue… los jueves nos tocaba deportes en el Sporting. Nos sentaban a todos los alumnos en las graderías de la antigua cancha de rugby y ahí nos separaban. Primero elegía el entrenador de rugby, Willy Pérez. Sacaba 30 jugadores, apuntándolos con el dedo. Primer día de deportes y ese dedo me apuntó a mí… y fueron 53 años dentro de esa cancha”, comenta Rasmussen, antes de agregar que “era un privilegio el ser elegido para el rugby”.

Sobre estos inicios adentrándose más seriamente en la ovalada dentro del Mackay, don Erwin cuenta que “yo aún recuerdo las primeras instrucciones como jugador. Willy Pérez, con su gentileza me dijo “tú, segunda línea. Entonces le pregunté ¿y qué hago, señor? Me respondió: inclínate y empuja. Y eso estuve haciendo durante varios años hasta que pasé a jugar de hooker por más de 20 años, antes de volver a mi posición inicial como número 4”.

Un repaso a los puestos de este señor de rugby, que se toma el tiempo de aclarar “no obstante que mis posiciones oficiales fueron 2 y 4, pasé por todos los puestos incluyendo el de lineman y árbitro. El puesto que más me gustaba era de flanker, la ilusión del Tony”.

Tiempos de un rugby distinto

En sus primeros años como jugador del Mackay, Rasmussen destaca que “en el colegio éramos pocos alumnos, así que la competencia por ocupar un puesto en el primer equipo no era mucha. Lamentablemente el hooker oficial que había era de un curso superior al mío, y había que desbancarlo. Yo lo reemplacé un par de veces, pero en 1958 fui declarado oficialmente el hooker oficial del primer equipo y el 59’ pasé a jugar en Old Macks. Ahí comenzó nuevamente la lucha por los puestos”.

Una disputa en la que don Erwin salió bien parado, e incluso terminó jugando bastante, ya que explica que durante el período donde los mackayanos “comenzaron a presentar dos equipos había veces, para no decir generalmente, que algunos nos teníamos que repetir el plato y jugar los dos partidos”.

En esos tiempos, que Rasmussen recuerda como un rugby menos profesional, en que los jugadores tan solo se juntaban para jugar y entrenaban por su cuenta durante la semana, don Erwin destaca que “nuestros rivales de esa época eran el Everton y la Universidad Santa María. Eran batallas campales. Era la época de Vincent Walboun, Grove, seleccionados nacionales, y otros jugadores extraordinarios como el Old Mackayan, Patricio González, que creo ha sido uno de los mejores 9 que ha habido en Chile (…) eran partidos muy duros. Ambos eran buenos cuadros con buenos jugadores”.

Sobre el juego de esos años, el mismo Rasmussen explica que “el rugby de esa época era totalmente distinto al de ahora. Las reglas han sido muy modificadas. Por ejemplo, en el line out no se podía tocar al saltador, tenía que saltar solo. No existían los rucks, eran verdaderas montoneras de las cuales había que sacar la pelota con el pie, no se podían meter las manos. Los pisotones y patadas le llovían a los que quedaban abajo. Cuando a uno lo tacklean y cae al suelo, ahora debe poner la pelota a disposición. Bueno, antes era todo lo contrario; el tackleado la sujetaba firmemente contra su cuerpo, y de ahí había que sacarla con los pies”.

El ocaso del jugador

El desarrollo como jugador de don Erwin avanzaba bastante bien. Sin embargo, precisamente durante esta alza, en uno de los momentos que más recuerda como rugbista, fue que se marcó un punto de quiebre para su carrera.

Como jugador, todos los partidos son importantes, pero hay uno que significó mucho para mí… por allá por 1961 me correspondió jugar por la selección de Chile en un partido de entrenamiento en Viña contra un combinado local. Lamentablemente un par de semanas después tuve una lesión bastante seria que me impidió proyectarme como jugador de alto rendimiento. Quizás si esa lesión me hubiese ocurrido hoy en día, hubiese estado sanado en un par de semanas” relata Rasmussen.



Don Erwin continúa su historia, explicando que su accidente ocurrió “bajando corriendo un cerro de arena… me torcí un tobillo, estiré tendones y ligamentos, y la «pata» me quedó débil por mucho tiempo. Ante la más mínima irregularidad del terreno me torcía el pie”.

Equipo campeón de Chile 1958 – Mackay

Pero pese a las secuelas de este incidente, Rasmussen reconoce que “nunca me salí de un partido por lesión. Claro está que en los comienzos no había cambios, por lo que tenía que aguantar no más. A los más dañados los hacían pararse en alguna orilla para que desde ahí tacklearan a quien le pasara al lado”.

Luego de este quiebre en su carrera, don Erwin continuó jugando, pero principalmente ya asentado en Santiago, donde militó en Stade, Universidad de Chile y Audax Italiano, elencos donde se recuerda con mucho cariño a este señor del rugby.

Cuando cumplí 50 años jugando, el 2003, me hicieron un homenaje en las canchas del colegio en Reñaca. Se organizó un cuadrangular con la participación de Old Macks, Audax (o la Reina, como pasó a llamarse), Stade y la Chile. Yo jugué por los cuatro equipos. Fue muy emocionante”. Relata el veterano, añadiendo que ese fue su último encuentro competitivo, antes de pasar a jugar tres años más con los viejos, para finalmente confirmar por completo su retiro a los 63 años.

Una trayectoria de emociones

A lo largo de su carrera, don Erwin cuenta que tuvo muchos hitos importantes. Uno de los más icónicos, cuando fue a recibir la Copa Fair Play en el Mundial Juvenil del 2007 en Belfast junto al capitán de la selección chilena.

Además, entre otros hechos recordados por Rasmussen, están el Nacional de Sevens Adultos organizado por Stade Francés, que se jugó en 1957 cuando el Mackay cumplía 100 años de vida. En ese campeonato, los mackayanos llegaron a la final, donde enfrentaron a los organizadores, en un duelo que acabó empatado, avanzando al tiempo suplementario hasta una emocionante definición.

“Penal de Stade cerca de los 22. Nos jugamos la posibilidad de patear a los palos. Patea el penal el medio scrum del colegio. Convierte el tiro y termina el partido. Ganamos por tres puntos y nos titulamos campeones de Chile. Orgulloso de haber jugado ese torneo. Ese fue mi primer trofeo”.

Sumado a eso, don Erwin tuvo varios lindas oportunidades dentro de la cancha, como jugador, entre ellas haber podido disputar partidos junto a su hijo, bordeando el año 85 y para más remate, estando ambos como segunda línea.

Chances que no todos tienen y que quedan grabadas en la memoria de un señor del rugby, quien siguió firmemente ligado a este deporte en todas las áreas que le fue posible.

Un caballero del rugby en todas las áreas

Estando a cargo de la Escuela de Rugby de Las Condes, consiguió formar a dos seleccionados nacionales para la categoría masculina, además de Sole Galleguillos y Angélica Vidal, quienes posteriormente estarían en el seleccionado femenino.

Don Erwin también fue al Mundial Juvenil del 2007 como mánager de la selección chilena, y además cumplió trabajos en la federación nacional, colaborando con las relaciones con la World Rugby, organizando campeonatos, e incluso ocupó el puesto de Gerente tras ser contratado por Miguel Ángel Mujica, hoy presidente del COCH.

Los pensamientos de la experiencia

Como un personaje que ha estado siempre ligado a este deporte, don Erwin es una voz autorizada para opinar en todo sentido, y respecto a la realidad de la ovalada en la actualidad, Rasmussen señala que “creo que al rugby le falta más difusión aún. Debe aumentar la cantidad de participantes. Ahora, en la parte técnica creo que también falta modernizarse. Yo soy de opinión de establecer un sistema nacional de juego, un ‘así juega Chile’. Francia lo hizo, Nueva Zelanda lo hizo; lo que demuestra que es posible”.

Mackay año 75

Don Erwin destaca muchas cosas en el desarrollo de la ovalada nacional, entre ellas el rugby femenino, que apunta “no hay que perder de vista. Ha tenido un tremendo crecimiento en el mundo”.

Sobre sus aspiraciones para el futuro, Rasmussen confiesa que “yo sueño con el día en que el rugby sea incorporado a la vida de los chilenos. Sueño con ver en un comercial a niños con una pelota de rugby en lugar de una pelota de fútbol. Sueño con que los programas deportivos dediquen un espacio para comentar los partidos. Sueño con que las municipalidades hagan obligatoria la enseñanza del rugby en sus colegios. Sueño con que haya más programas como el que yo tuve en Las Condes”.

Dentro de sus reflexiones, el veterano analiza “creo que aquí en Chile hay un problema con la educación. En los colegios solo se enseña el fútbol, y el alumno que es malo para ese deporte, se fregó no más, no tiene otra alternativa. Creo que a los niños hay que mostrarles una gama de deportes, para que cada uno elija y no sienta que si no es bueno para el fútbol no sirve para nada”.

Además, finalizando su análisis y la conversación, tras un repaso a lo largo de toda una vida observando la evolución de la ovalada nacional, una disciplina que lo enamoró en su niñez con pichangas de barrio entre amigos, encantándose de un deporte en las calles, donde las marcas del asfalto eran las líneas de try, don Erwin concluye “no pretendamos masificar de un día para otro el rugby adulto. Hay que comenzar por los niños. Ahí está el semillero”.

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