Hoy en día existen un gran número de problemáticas y desafíos que aún deben ser superados en la ovalada femenina. Sin embargo, es importante recordar lo que se ha conseguido hasta hoy y el gran avance que han tenido las mujeres en un deporte donde durante años no solamente no fueron tomadas en cuenta, sino que fueron rechazadas.
Scrum contra el machismo
Si en el pasado se pensaba que la mujer no podía ocupar cargos públicos importantes, tener trabajos como los de los hombres o cumplir con un rol diferente al de una dueña de casa, no es difícil inferir que en su tiempo también fueron rechazadas en el rugby, considerado como un juego para machos que no podía ser jugado por mujeres. Una realidad no exclusiva de la ovalada, sino de la inmensa mayoría de deportes.
Existen antecedentes que indican que existieron encuentros de rugby femenino en el siglo XIX, siendo Irlanda el primer país donde las mujeres pudieron disfrutar de la ovalada en el Potrora Royal School, donde Emily Valentine, quien formó un equipo junto a sus hermanos, se convertiría, según cuenta la leyenda, en la primera mujer en marcar un try.
Desde ahí, se cuenta también con registros de encuentros benéficos realizados durante la Primera Guerra Mundial y de diversos intentos de campeonatos frustrados por protestas masculinas contra la realización de estos mismos.
No fue hasta la década de los 70’s que este estigma que mantuvo a las chicas lejos del rugby comenzaría a romperse poco a poco, cuando comenzaron a surgir distintos clubes de mujeres a lo largo del Reino Unido, quienes decidían formar sus propias instituciones deportivas al ser constantemente rechazadas por los clubes tradicionales.
Contra todo: las mujeres juegan
Este movimiento se haría mucho más fuerte en los 80’s, época en que comenzaron a surgir cada vez más clubes a lo largo del territorio británico, fundados precisamente por mujeres que querían practicar este deporte pese a la falta de apoyo. Además, aunque en general los hombres no veían con buenos ojos la práctica del rugby femenino, para esos tiempos ya habían algunos que quisieron apoyar su desarrollo, aportando con experiencia y conocimientos a la naciente ovalada de las mujeres.
Posteriormente, el rugby femenino se popularizaría cada vez más alrededor del mundo, con una fuerte presencia en Estados Unidos, Francia y Holanda. Esto llevaría a que se desencadenara un momento que sería un verdadero punto de quiebre: el primer test match en la historia de la ovalada femenina.
Este encuentro fue disputado en Utretch entre Les Bleus y los Países Bajos, que acabó con victoria para las francesas por un solo try.
Mundiales y Juegos Olímpicos
Ya en 1991 se jugaría el primer Mundial informal de rugby femenino en Gales, en que Estados Unidos se proclamó como la monarca planetaria tras vencer a Inglaterra en la final. Pero no sería hasta 1998 que la World Rugby organizaría la primera copa planetaria oficial de la ovalada para mujeres, que comenzó a realizarse cada cuatro años desde momento.
De ahí en más, el rugby femenino tendría un crecimiento cada vez más acelerado, llegando a obtener una importante audiencia que se evidencia en los 2,6 millones de televidentes que vieron la final del Mundial de Irlanda 2017.
Este desarrollo volvería a verse evidenciado cuando la ovalada de mujeres obtuviera un nuevo gran hito, al entrar por primera vez en los Juegos Olímpicos en Río 2016, donde Australia se consagraría como las primeras campeonas olímpicas tras batir a la poderosa Nueva Zelanda.
El Try de las chicas
Del rechazo permanente hasta llegar a la máxima cita del deporte planetario. Sin duda queda mucho por recorrer, pero las rugbistas del mundo lograron que su pasión pudiera más que los estigmas sociales y consiguieron disfrutar a pleno de una pasión que buscan seguir extendiendo cada vez más, para que el rugby femenino siga con lo que ha hecho insistentemente durante las últimas décadas: crecer rompiendo los límites.
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