Desde sus inicios, las mujeres se hicieron a pulso un lugar en la ovalada nacional, formando sus cimientos en los 90’s, hasta que se disputó el primer partido oficialmente reconocido por la federación en 1996, pese a que se habrían jugado otros encuentros en distintas zonas del país en el 94’ y 95’.
Este encuentro que abrió el camino para un rugby femenino más formalizado fue en el Country Club con arbitraje de Manuel Toledo, cuando se midieron el Colegio San Lorenzo de Copiapó y la Universidad Metropolitana.
“Cuando llegamos a Santiago, imagínate, nosotras de región, nos quedamos en el Víctor Jara que era como bien tenebroso de noche y fue toda una aventura; viaje en bus, entretenida la gira, y en el Country nos trataron muy bien, nos recibieron con mucho cariño” relata Lorena Flores Zuleta, entonces jugadora del Colegio San Lorenzo, quien posteriormente se transformaría en la primera capitana de Chile.
Es importante mencionar respecto a ese duelo que, muy distinto a como se dio en otros lugares del mundo, la discriminación hacia las rugbistas no estuvo presente en ningún momento, pues como explica Flores “no se notaba que no quisieran que jugaramos porque éramos mujeres, sino que al contrario, nos apoyaron harto”.
Posteriormente vendría otro hito importante el año 99’, cuando se disputaría el primer Nacional, que fue ganado precisamente por el Colegio San Lorenzo de Copiapó, que resaltaba su rol como grandes precursores de la ovalada femenina alzándose con el título del país.
El nacimiento de las Cóndores
Con el tiempo, el rugby femenino fue creciendo cada vez más, hasta que el año 2004 finalmente llegó el momento donde se anunciaría la nómina de la primera selección chilena de mujeres, comandada por el entrenador Mitchel Sanzana, y en que Clara Valladares jugó un importante rol como Manager.
“Fue emocionante. Yo creo que ninguna de las que lo vivimos lo vamos a olvidar, porque la verdad es que los concentrados de las preselecciones eran en distintos lados, pero cuando se dijo la nómina oficial del primer seleccionado fue en Santiago, en el Parque Mahuida, y ahí nos dieron los nombres” explica Lorena Flores, que complementa señalando “fueron a sacarnos fotos, era como un sueño, yo creo que jamás pensamos que sería así. Yo siempre quise vestir la camiseta de mi país”.
Por su parte, Soledad Galleguillos, quien también fue parte de la lista de convocadas declaró que “para mí significó mucho. Era una de las más pequeñas del grupo, tenía 16 años. Fue muy difícil quedar dentro de la nómina, pues éramos muchas jugadoras dentro del proceso. Fue algo que marcó mi carrera deportiva y me incentivó a siempre ser perseverante”.
Tras este proceso, llegó el anhelado debut de las nacionales en el primer Sudamericano de la historia que se jugó en Venezuela, donde el equipo dirigido por Mitchel Sanzana obtuvo el sexto puesto.
“Existía mucha expectación al conocer a las contrincantes y de ver cómo jugaban. La verdad que todo era nuevo y el desempeño de Chile dentro de la realidad de ese minuto fue bueno. La excepción fue Brasil, que destacaba por capacidad física, y Venezuela por su envergadura física” comenta Soledad Galleguillos.
El que quedará grabado como el primer encuentro en la historia de Chile fue entre las Cóndores y la selección argentina, sobre el que Flores relata que “para nosotras cantar el himno nacional fue algo que no sé si podría describir como realmente fue, era algo demasiado emocionante, que a todas nos llenó de energía y también a veces nos quebrantamos porque estar tan lejos de casa e igual éramos chicas. Fue muy, muy emocionante con Argentina”.
Pese a que las nacionales recuerdan este encuentro como un buen partido de las chilenas, finalmente fueron derrotadas por las trasandinas. Posteriormente vendrían victorias contra Uruguay, Perú y Paraguay.
Desde allí, el rugby femenino seguiría creciendo en el país, que ha sido parte de todos los sudamericanos desde el 2004, buscando continuar con su desarrollo en su camino hacia una presencia de las mujeres en la ovalada cada vez más sólida y multitudinaria.
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