A principios de semana World Rugby anunció el proceso de clasificación de cara al próximo mundial de Francia 2023; un día después, la entidad rectora de la diciplina, se ha retractado en vista del tenso momento político-estratégico entre la Rugby Americas North (RAN) y Sudamérica Rugby (SAR). Un posible fin del Americas Rugby Championship (ARC) como torneo clasificatorio, llevaría a que cada región exigiera su cupo directo a la cita máxima de la ovalada, contexto que favorece especialmente a Chile, Uruguay y Brasil.
Previo al conflicto actual, los cupos americanos para el mundial de Japón 2019 se disputaron en el ARC, donde “Americas 1” y “Americas 2” accedieron directamente y el tercer equipo debió disputar el repechaje (EE.UU., Uruguay y Canadá, respectivamente). Ahora bien, ciñéndose a las demandas de SAR, un cupo debería disputarse íntegramente entre países de la región (cabe señalar que Argentina se encuentra automáticamente clasificada por sus resultados en el Mundial anterior), abriendo igualmente un cupo de repechaje. Esto aseguraría que tanto los Cóndores como sus símiles de los Teros u Os tupis, tendrían una chance real de estar en Francia 2023, y otro de estos tendría que entrar al sistema de repechaje.
Pero viendo el buen resultado del ARC en cuanto a difusión del rugby; ¿dónde nace el conflicto entre RAN y SAR? Desde el aspecto deportivo, los buenos resultados que ha tenido Uruguay han abierto la puerta a que se le considere un equipo “que debe estar”, sentimiento generado principalmente por la actuación de los Teros ante Fiji en el mundial pasado y el buen nivel que han mostrado en los últimos años. Por otro lado, considerando el nivel competitivo de Canadá y EE.UU., el ARC tiene un carácter de torneo de desarrollo para estos, guardando su mejor nivel solo para el año de clasificación, “¿de qué nos sirve que le den importancia el año de eliminatoria y otros años no?”, declaró Sebastián Piñeyrúa en entrevista con elobservador.com.uy.
Por el lado de “lo político”, esto podría considerarse la vuelta de mano de SAR ante la votación por la presidencia de la World Rugby; instancia donde RAN dividió sus votos. “El concepto de unión entre las Américas quedó muy debilitado desde que Norteamérica no apoyó a Pichot y dividió 2 votos para cada lado. Si no apoyaron a su propio candidato, ¿cuál es el sentido? No es enojo ni revancha. Es no morir con los ojos abiertos y pensar como desarrollar a las uniones del sur”, indicó Piñeyrúa.
En este panorama es que la competencia del ARC (que había potenciado el rugby de la región en los últimos años), se encuentra en serio peligro de desaparecer; un Norteamérica pensando más en acercarse al rugby de Europa en desmedro del concierto sudamericano sería la muestra patente de esto; “la ARC podrá quedar como un torneo de desarrollo, un M20 (…) todo lo que se había construido en los últimos años, de la mano de Agustín Pichot como presidente de Rugby Americas, no fue suficiente para el Norte a la hora de tomar decisiones importantes. Priorizaron otros modelos más cercanos a Europa”, señaló Piñeyrúa.
Para Sudamérica, el proyecto vendría en el formato de un 4 Naciones a disputarse entre 2021 y 2022, donde las chances para una posible clasificación de los cóndores al mundial, aparece como una realidad mucho más tangible. El presidente de SAR no contento con ello, aventura una proliferación de competencias para este lado del mundo, “armar una SLAR poderosa, una buena ventana internacional de octubre y noviembre, y buscando competencias para agosto, septiembre y octubre. Puede ser una copa latina con Georgia y Rumania, con Argentina, también puede ser EE.UU. o una incursión a Sudáfrica, algún nivel de Currie Cup. Para nosotros la ARC no es la principal alternativa”.
Por ahora solo resta esperar que World Rugby tome una decisión que zanje la situación actual y pueda darnos luces reales sobre lo que será el proceso de clasificación mundialista, ante una Rugby Americas North que apela a mantener la competencia del ARC y un Sudamérica Rugby que clama por mayor atención.
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