En las historias deportivas solemos tener héroes anónimos que están continuamente trabajando por mejorar las condiciones de la disciplina en cuestión, a fin de que quienes la practican, puedan disfrutar de la mejor manera la práctica de su deporte favorito. Usualmente ellos son parte fundamental de nuestras instituciones dado que su trabajo, entrega el soporte necesario para las actividades. Desde el jugador hasta el entrenador; pasando por el staff técnico y dirigencial, y llegando en último término a los padres de los jugadores, estos personajes asumen sus roles con dedicación por su equipo y logran “hacer equipo”. Sin embargo, de entre todos estos individuos inmersos en la logística, es la figura del mánager la que adquiere una responsabilidad única, al ser el encargado de hacer dialogar las distintas partes que hacen posible el deporte.
Una labor que se mantiene en el background de la logística y que, en el mundo del rugby, tiene sus propias implicancias donde es en último término el mánager quien observa y orquesta lo que está sucediendo tanto dentro como fuera de la cancha. Pero no solo es un rol vigilante, sino que también muy activo, sobre todo a la hora de actuar conforme a los principios que dan vida a nuestra actividad: es finalmente el mánager quien debe ser el más humanitario y voluntarioso del equipo, dispuesto a apoyar en las múltiples tareas que surjan en un evento.
Cuando hablamos de un rol “humanitario”, es porque el mánager debe conocer de cerca a los jugadores y cuerpo técnico; conocer tanto su historia deportiva como personal y, ante esto, levantar los indicadores necesarios para poder sobrellevar elementos externos a la práctica deportiva, evitando que estos mermen el rendimiento. Así mismo, el mánager debe tomar votos de confianza y confidencialidad, parte importante para construir relaciones sanas con los múltiples recursos humanos con los que cuenta una institución.
Así mismo, el mánager debe ser el hincha número 1; es quién lleva la estadística y sabe como se comporta el torneo en el cual participa su club. Su acceso privilegiado a fuentes de información, tanto internas como externas, lo convierten en la persona a cargo de establecer las conversaciones con los entes superiores al club y muchas veces luchar por lograr mejores condiciones competitivas para su equipo.
Siguiendo con su condición de “estadista”, lo mantienen al borde de la cancha, cronómetro en mano, leyendo el desarrollo del juego, pendiente de las tarjetas y sustituciones y además organizando la distribución de los camarines y el tercer tiempo; la gestión se vuelve parte fundamental entre las habilidades que logra desarrollar un mánager, ya sea preocupándose desde la disponibilidad de agua hasta de mantener la cancha en óptimas condiciones, es el mánager quién no deja escapar un solo detalle para lograr una gran jornada de rugby.
También el mánager actúa de contención emocional, tanto en la cotidianidad como cuando las cosas “se ponen feas”; es usualmente quien toma el papel de mediador entre la situación médica del jugador y los padres, cuando se trata de una lesión, como también es el reconforte anímico cuando los estudios y el hogar se encuentran dando vueltas en la cabeza del jugador. Así también, es el primero en estar preparando la visita al hospital, los saludos de cumpleaños y las publicaciones en redes sociales por algún motivo que vaya en pos de la conformación de la identidad del club.
Es probablemente el mánager también uno de los jugadores que más siente la camiseta; usualmente se preocupa de organizar el lavado y mantención de estas, de ordenarlas previo al partido y de recolectarlas una vez terminado este. Sabe que la número 6 fue vestida por un gran jugador y que la 12 recuerda alegrías varias; conoce las historias y los pormenores detrás de cada una y las convierte en la propia historia del club.
Así, la próxima vez que pregunten por el mánager del equipo, recuerda a esa persona anónima que probablemente no estará en cancha y que, sin embargo, es uno de los pilares fundamentales para el disfrute y goce del rugby semana a semana.
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