
Antofagasta es la cuna de un equipo que se formó a más de mil kilómetros de distancia, en Santiago, la capital de Chile, donde un grupo de ex alumnos del colegio British antofagastino, al que el rugby llegó en el año 2000, decidieron formar un club que les permitiera seguir jugando, incluso estando lejos de sus raíces.
Naciendo lejos del hogar
El British no era un colegio tan grande en cuanto a cantidad de estudiantes. Como muchas instituciones, dependía mucho de la generación espontánea, de que determinada camada de jugadores juntara a varios buenos rugbistas en simultáneo, más allá del trabajo que pudieran realizar al prepararlos. Esto, claramente, ya daba indicios de un sello en la identidad que se iba forjando paulatinamente.
Pero, por razones más allá del deporte, estos rugbiers que formaba el British no seguían su camino en Antofagasta, sino que migraban a Santiago para seguir adelante con sus estudios en la capital.

Sin embargo, al haber un número importante de jugadores que buscaron avanzar en su formación académica en la región metropolitana, se dieron cuenta que este viaje no significaba el final del equipo en que ellos habían jugado durante su adolescencia, sino simplemente una transición. Porque tal como suele suceder en la adultez, estos jóvenes dejaron el nido, pero no desaparecieron, las circunstancias tan solo los llevaron a vivir en otro lugar. Así mismo fue con el equipo.
Entrando al año 2013, los rugbistas de distintas generaciones comenzaron a juntarse, luego de que la camada del 2012, que obtuvo varios títulos en Antofagasta, llegó en masa a Santiago. Ahí, los muchachos se juntaron con otros jugadores más veteranos que estaban viviendo en la capital, realizando entrenamientos y actividades como grupo, hasta que finalmente formaron su equipo en la capital el 27 de septiembre del 2013.

Y pese a que su casa cambiaría de ciudad, su identidad no la tranzarían, y por lo mismo, por el sentido de pertenencia hacia sus orígenes, los muchachos nombrarían a su nuevo equipo como Oldham Rugby Club, en honor a la mujer que fundó el British en el año 1918, que tenía el apellido Oldham (porque, aclaremos, no es Old Ham, sino “Oldam”, un solo nombre en honor a este apellido).
Creciendo en otras tierras
Una vez que el club se formó oficialmente, motivados por la amistad que los unía y el anhelo de continuar jugando como un grupo pese a estar lejos de su ciudad natal, los antofagastinos ingresaron al campeonato de Desarrollo, obteniendo el quinto lugar el año 2014, y comenzando a instaurar sus tradiciones, entre ellas, la realización de su primera gala de fin de año, que se mantuvo como una costumbre que preservan hasta hoy.

Posteriormente, el 2015 Oldham jugaría la final del Apertura, cayendo ante Gauchos, para luego alcanzar las semifinales del Clausura.
Ya en el 2016, estarían listos para mayores aventuras, viajando a una gira hasta Argentina, en un año dorado para los antofagastinos, que se consgrarían como campeones invictos del Apertura, mientras que en el siguiente campeonato jugarían por primera vez en Primera B, donde acabaron el el quinto puesto.

Entrando a 2017, Oldham también participó del torneo Top 8 organizado por Old Lions de Antofagasta.
Avance transversal
Al mismo tiempo que Oldham se ha estado desarrollando como un equipo de rugby, también lo hace en el sentido de club social y deportivo. Se han ampliado cada vez hacia más ramas, incluyendo fútbol tanto masculino como femenino, que al momento de debutar fueron apoyados con bombos y platillos por los chicos del rugby (literalmente), además de sumar un equipo de vóleibol entre sus filas, al mismo tiempo que generan cada vez más instancias de socialización que afiaten a esta creciente institución.


Entre ellos, la gala, que mantiene constantemente visitas simbólicas, como ha sido el director del British y personajes que han marcado el desarrollo de este club, que partió con el rugby, pero quiso crecer cada vez más, ampliándose y mostrando la arista de la inclusión de una ovalada que se adaptó a distintas formas, pero manteniendo siempre la esencia construida por un grupo de rugbistas que quiso mantener vivo su equipo aunque estuviera a mil kilómetros de casa.

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