¡Luego de un partido de máxima intensidad se decidió el Mundial de Rugby de Francia 2023! Los All Blacks y Sudáfrica pusieron fin a una emocionante cita planetaria que desempató el registro histórico entre ambos elencos que estaban empatados con tres coronas cada uno.
Juego mental
El duelo comenzó con la intensidad propia de una final. Dos elencos que lo daban todo por la ovalada pero que también sufrían a raíz del nerviosismo. El primero en ser golpeado por esta presión mental fue Nueva Zelanda, que quedó con un jugador menos luego de la infantil infracción de Shannon Frizzell que lesionó a Mbongeni Mbonambi cuando apenas habían transcurrido dos minutos.
Por esta jugada el ala neozelandés fue enviado fuera del campo por una tarjeta amarilla que sería revisada por el TMO, mientras que Mbonambi salió reemplazado por Don Fourie.
Todo esto derivó en la apertura de la cuenta por el pie de Handre Pollard, quien no defraudó a su nación y convirtió el penal en los primeros tres puntos del juego para que Sudáfrica se pusiera adelante 0-3.
Los Springboks se veían más sólidos que los All Blacks en los primeros minutos. El golpe anímico de una amarilla en revisión de roja había influido en las cabeza neozelandesas, mientras que Sudáfrica estaba totalmente inmerso en el juego.
La presión de los sudafricanos comenzó a ahogar al elenco oceánico, acechando su ingoal como depredadores del try, pero apenas tuvieron la oportunidad de traducir esa superioridad en una opción de disparo, optaron por transformar un penal en tres puntos desde el botín de Handre Pollard a los 12’, dejando el marcador 0-6 justo antes de que Nueva Zelanda volviera a tener 15 hombres en el campo.
Sudáfrica no cede
Los neozelandeses comenzaron a crecer una vez que toda su quincena estuvo reunida otra vez y empezaron a presionar hacia el ingoal sudafricano, hasta que consiguieron concretar un penal que los pusieron 3-6 al 17’, pero los Springboks devolverían el golpe inmediatamente con un tiro tras infracción para la conquista de tres puntos de Handre Pollard solo dos minutos después.
Nueva Zelanda intentó seguir arremetiendo contra Sudáfrica, pero los vigentes campeones del mundo resistieron efectivamente y fueron capaces de provocar una nueva infracción neozelandesa, que llevó a la tarjeta amarilla de Sam Cane a los 29’, un cartulina que eventualmente cambiaría a color rojo, dejando a los All Blacks con 14 jugadores para el resto del encuentro tras la expulsión de su capitán.
Pollard pondría tres puntos más para Sudáfrica, pero Nueva Zelanda no se dejaría vencer e insistiría constantemente. Llegarían a estar muy cerca del try al minuto 37’, sin embargo, un tackle salvador sudafricano rescataría la situación, aunque justamente después Mo’unga cobraría el penal que cerraría el registro del primer tiempo 6-12.
Fuerzas equiparadas
Nueva Zelanda lograría ejercer una mayor presión durante una segunda parte en que ambos elencos pelearían con todas sus fuerzas para conquistar una nueva anotación y resistir los embates del rival.
Era el duelo entre los dos mejores equipos de la historia, pero no había forma de extender la ventaja para ninguna de las dos escuadras. Willemse falló sus intentos de drop, Kurt Lee Arendse estuvo cerca de aprovechar un gran kick, pero se le escapó la ovalada antes de apoyar en el ingoal, y Nueva Zelanda se acercaba pero no conseguía penetrar hacia la zona sagrada.
Los All Blacks arremeten
La tarjeta amarilla para Siya Kolisi dejaba el partido con 14 hombres para cada equipo. Curiosamente, eran los capitanes quienes habían quedado fuera del campo, aunque eventualmente el líder de los Spiringboks acabaría retornando al terreno.
No obstante, los All Blacks aprovecharon la cartulina sudafricana para equiparar las fuerzas y en el último minuto con Kolisi fuera, Aaron Smith conseguiría el primer try del partido tras una fantástica arremetida con un amague que engañó a todo el mundo por parte de Richie Mo’unga, pero la anotación sería anulada por avant.
Nueva Zelanda seguiría insistiendo, perderían la ocasión de un ensayo tras un gran robo de Etzebeth al 55’ mientras regresaba el capitán de los Springboks, y la ocasión se desvanecería, pero la insistencia de los oceánicos acabaría dando frutos cuando los All Blacks conquistarían ahora sí el primer ensayo de la final por las manos de Beauden Barret al 57’. Sin embargo, Mo’unga fallaría su conversión así que los oceánicos seguirían abajo por 11-12.
¡Campeones del mundo!
Los últimos minutos transcurrían de forma relativa. Para Sudáfrica eran horas resistiendo un punto de ventaja, mientras que los All Blacks los percibían como un suspiro. Las posesiones se fueron intercambiando constantemente, los tackles se hacían sentir y ya era difícil aferrarse al balón con algo más que fuerza de voluntad.
Los Springboks sufrirían con la tarjeta amarilla de Cheslin Kolbe que los dejaría con un jugador menos por el resto del tiempo regular, pero dejarían la vida para resistir con un hombre menos.
La presión se hacía sentir en el aire. La ovalada se peleaba con todo y se atesoraba al acercarse los segundos finales, pero el rigor del partido comenzaba a nublar el juicio de los jugadores, que comenzaban a fallar en la toma de decisiones y ejecución de movimientos. A estas alturas del Mundial, solo quedaba corazón y convicción.
Hasta que por fin llegó el momento, el instante que decidía todo, el pitazo que ponía fin al Mundial de Francia 2023 y consagraba un nuevo campeón: Sudáfrica se transformaba en el rey del mundo, el elenco con más títulos planetarios en la historia de este deporte y la nación que desataría la máxima algarabía al gritar por cuarta vez: ¡Campeones del mundo!
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