Una dificultosa Copa Chile 2023 TNC que intenta salir adelante



A casi tres semanas de su inicio oficial, la Copa Chile 2023 Torneo Nacional de Clubes (llamado comúnmente TNC 2023), abrió numerosas dudas que, conforme han avanzado las fechas, han ido materializándose en la deserción de equipos de este ambicioso torneo planteado por la Federación Nacional de Rugby de Chile (Chile Rugby).

No es desconocido el hecho que uno de los principales desafíos de las instituciones chilenas de distinta índole, viene dado en la dificultad por articular sus 4270 km. de largo bajo una gobernanza que evite el centralismo, el cual ha permeado indistintamente el quehacer nacional; esa ‘loca geografía’ bien ha contribuido en polarizar el desarrollo de las múltiples actividades en el país.

Ante ello, el rugby, tal como lo señala la máxima de RugbyChile.cl, no es ajeno a esta problemática dado que la ovalada se extiende ‘de Arica a Punta Arenas, y de Cordillera a Rapa Nui’. Es así como, el querer desarrollar un torneo nacional, constituye una empresa de gran envergadura que debe ser, ante todo, consciente de como los clubes en todo Chile, amateurs en su totalidad, se suman a dicho proyecto de forma que les sea abordable económica y logísticamente, y que, a largo plazo, se traduzca en una experiencia provechosa para las instituciones participantes.

Si bien la programación propuesta originalmente por Chile Rugby tenía el espíritu de facilitar las dificultades logísticas; permitiendo que los equipos progresivamente fuesen jugando en localidades aledañas a su ciudad de procedencia, en la práctica, esto se traducía en un movimiento centrípeto que, más que apostar por llevar a ‘los grandes clubes’ a regiones, volcaba a los conjuntos ganadores de las llaves a confluir eventualmente en Santiago.

Siguiendo lo anterior, en números generales, el gasto en el que incurre un equipo de región que quiere participar del torneo es prohibitivo, entendiendo la realidad del rugby nacional. Traslados, alojamientos y alimentación son solo los costos mínimos que debe cubrir una escuadra que participa de la competencia. A ello se suma el licenciamiento BD Rugby (sistema de administración de competencias de Chile Rugby) y un seguro obligatorio.

Lo anterior, que en dinero sube a un par de millones, actualmente es solventado por los clubes gracias a autogestión de los jugadores y las propias instituciones. Y si bien, podrían reducirse costos en base a planificación anticipada, el calendario de competencia ofrece solo una semana entre las fechas como para poder organizar un nuevo viaje; cosa aún más compleja cuando se consideran las modificaciones que ha presentado el fixture a tres semanas de su lanzamiento.

Cabe señalar que, en materia económica, Chile Rugby ha comunicado que existirá subvención y/o devolución de los dineros invertidos en la logística de los equipos participantes; no obstante, el invertir y esperar por los montos comprometidos, constituye un ‘salto de fe’ por parte de los clubes que, sin perder de vista el carácter amateur de estos, significa un riesgo importante entendiendo la fragilidad económica que muchos de estos presentan.

Si abordamos desde otro punto de vista la problemática, y bajo el ideal de que los clubes tuviesen los medios para invertir el dinero requerido, el TNC se encuentra desarticulado del panorama competitivo nacional. De esta forma, las planificaciones anuales de los clubes en cuanto al trabajo deportivo se ven seriamente alteradas al incluir nuevos estímulos, aumentando las cargas de los jugadores, cosa que podría incurrir en afecciones sobre el bienestar de estos que, nuevamente, se encuentran bajo estándares amateurs de trabajo.

Esto es aún más conflictivo al considerar que el TNC se ha programado superponiéndose con los campeonatos locales, lo que significa que las instituciones deban lidiar en dos frentes, teniendo que dar prioridad a una competencia frente a la otra; situación que solo logran sobrellevar clubes que mantienen 2 equipos.

A modo de síntesis y teniendo presente lo anteriormente expuesto, un club de región que desee participar en el TNC, realiza una inversión desproporciona respecto a su propia realidad y que, entendiendo que se trata de un torneo con formato de eliminación directa, abre la duda sobre si realmente dicha inversión trae beneficios a los clubes.

Por otro lado, en base a criterios deportivos, no es de extrañar que incluso hoy, una institución referente del rugby nacional como lo es COBS -ganadores del certamen 2022 y que extendieron su temporada debido a su participación en el Mondial de Rugby Amateur- se reste del certamen en pos de dar descanso a su plantel y preparar ya la temporada 2024.

Nota aparte es que, un torneo pensado principalmente en el desarrollo y masificación del rugby, carezca de una visibilidad ad hoc al propósito. La ausencia de transmisiones de los partidos, fotografías, comunicados de prensa o contenido multimedia que permita la difusión del certamen, tanto por parte de Chile Rugby como por parte de los medios, solo se suma como antecedente en contra para los clubes a la hora de decidir invertir el tiempo y recursos en participar del torneo.

“Podremos revisar y corregir a futuro”

A raíz de la situación, conversamos con Cristian Rudloff, presidente de Chile Rugby, quien señala que son conscientes de la dificultad de organizar un torneo de esta envergadura. “Federación, con un esfuerzo muy grande, ha diseñado y visibilizado este formato de torneo es estos dos últimos años para, precisamente, dar la posibilidad a todos los clubes de Chile de tener una oportunidad real de enfrentarse en cancha” declara Rudloff, agregando que ya se está trabajando en poder sumar a Aysén y Magallanes en la próxima edición.

Ante las problemáticas planteadas por el TNC, el mandamás del rugby chileno es enfático en que debemos apostar por un sistema nacional de competencia. “Sabiendo las dificultades, en Federación creemos que es mucho mejor tener una competencia de este tipo, a no tenerla (…) a diferente escala, es la misma problemática que los países pequeños enfrentan en World Rugby”, señala Rudloff, haciendo la analogía entre el panorama competitivo de los países del Tier 2 en contraste con los del Tier 1 del rugby mundial.

La voz de Chile Rugby señala que es importante esta instancia y que es una apuesta a largo plazo. “Creemos firmemente que, ejecutando la competencia, podremos revisar y corregir a futuro, de forma que especialmente los temas de costo logístico puedan ser cubiertos con anticipación por la Organización, que es hoy uno de los principales problemas junto con la difusión, en la que también estamos trabajando junto a las asociaciones”.

Lo anterior es sustentado por Rudloff en que existe una planificación integral próxima a ser comunicada. “World Rugby nos está apoyando muy de cerca para en las próximas semanas poder visibilizar un calendario integrado de competencias a nivel nacional que permita, precisamente, que los clubes puedan planificar, ojalá, todo el ciclo mundialista 2024-2027, tanto en adultos, como menores, incluyendo damas y varones”.

En el corto plazo, el presidente de la Federación señala que el trabajo se centra actualmente en “lograr levantar recursos para que los clubes tengan los menores costos posibles (..) el torneo es viable en la medida que todos se sumen y apoyen en que exista una instancia de competencia en que todos puedan participar”.

 

Por lo pronto, el torneo continuará en búsqueda del campeón 2023, resolviendo las dificultades de la mejor forma posible, para facilitar la participación de los clubes. Es de esperar que, gracias al fuerte apoyo gubernamental involucrado y a la paulatina participación de auspiciadores, el aprendizaje de estas ediciones y las futuras gestiones en torno al desarrollo del torneo vayan en franca mejora y así, tarde o temprano, poder consolidar un anhelado Torneo Nacional de Clubes.

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