A tan solo días de que comience el torneo de Seven en la cita de los anillos, surge la clásica incógnita de por qué el formato tradicional no ha formado parte de la máxima instancia deportiva del planeta. Sin embargo, esto no siempre fue así, ya que en los albores de esta competencia, efectivamente el quince era uno de los estandartes de la fiesta olímpica.
Si nos transportamos a los principios del siglo XX es difícil pensar que el rugby no tuviera protagonismo en este naciente evento deportivo, ya que el principal impulsor de los Juegos Olímpicos modernos, el barón Pierre de Coubertain era un gran fanático de la ovalada y fue uno de los mayores apoyos que tuvo esta disciplina para su desarrollo en Francia. Incluso, este prócer del olimpismo como lo conocemos hoy arbitró el primer partido de lo que hoy conocemos como Top 14. en el Parque de los Príncipes.
Por eso mismo, no es de sorprender que el Comité Olímpico Internacional incluyera al rugby dentro de la cita de París 1900, donde participaron Francia, Alemania y Gran Bretaña, aunque estos dos mismos eran representados por clubes en lugar de selecciones nacionales. Finalmente, fueron los galos quienes se consagraron como los primeros campeones olímpicos del deporte de caballeros.
De hecho, fue tal la repercusión del rugby en esta cita que el encuentro entre franceses y británicos se transformó en el que atrajo mayor audiencia, con seis mil personas presenciando el encuentro, histórico en todo sentido, por lo demás, al contar con Constantin Henríquez en las filas de Les Bleus, presumiblemente, hasta donde se tiene registro, el primer atleta nubio en participar de los Juegos Olímpicos.
Posteriormente, la ovalada volvería a estar presente en Londres 1908, contando con la presencia de una fusión entre Australia y Nueva Zelanda, además de Francia y Gran Bretaña, aunque finalmente los galos no pudieron defender su título al no poder conformar un equipo que los representara. Finalmente, fueron los oceánicos quienes se impusieron a los del viejo continente.
El rugby estaría presente nuevamente años más tarde en las citas de los años 20 y 24, aunque los problemas organizacionales nuevamente no permitirían contar con muchos equipos: solo Francia y Estados Unidos participarían, terminando en un partido único que acabó con victoria para los norteamericanos por 8-0 ante 20.000 espectadores.
En París 1924, los estadounidenses volverían a obtener el oro venciendo a franceses y rumanos, siendo esta la última participación oficial del rugby en los Juegos Olímpicos, una decisión que fue tomada en gran medida por las complejidades que se habían tenido para organizar la competencia de este deporte y que se mantuvo en ediciones posteriores, hasta que finalmente fue anunciado su retorno, aunque solo en la modalidad de Seven, que devolvió la ovalada a las canchas olímpicas en Río 2016, casi 100 años después de su última participación en la cita de los anillos.
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